lunes, 15 de octubre de 2018

Pasa el tiempo, pasa lento.


Pasa sin saber, sin sentir, sin ser. Es el tiempo un capricho de la mente que ayuda a el alma para encontrar refugio ante la visión de su inevitable transformación en algo indefinible. Lo hacemos pasar al pensarlo, al tenerlo en nuestras manos con forma, con pulso; tic, tac. Es una obsesión y un descuido que lentamente puede abrasar el desatino que una mal interpretación, un error, hizo crecer hasta volverse verdad. Un poder tan vasto que imaginarlo consume nuestra vida, porque imaginar requiere tiempo, así que solo lo dejamos pasar. Lo hacemos de lado y dejamos que esté ahí, tranquilo, apenas moviéndose cuando le ponemos atención, pero enloqueciendo cuando le damos la espalda y lo olvidamos. Solo para calmarse cuando una vez más lo observamos para entenderlo, para tratar de sentirlo ajeno a eso que llamamos movimiento y con el que fácilmente lo confundimos. Porque moverse lleva tiempo, claro, pero no es el tiempo en si. El movimiento y el tiempo están unidos, pero no son uno solo. Son hermanos, quizás. Enemigos, tal vez. Con uno podemos medir al otro, movimiento con tiempo y tiempo con velocidad. Abrazados para siempre por los lazos de nuestra percepción.

Entonces, nuestra percepción es la que determina ambos. Tiempo y movimiento están condicionados por la interpretación de nuestra mente. La acción de moverse no refleja lo que nuestra mente comprende. El tiempo es la constante a la que se fija nuestra mente para poder tener una conexión, un punto de partida, para crear un paquete de realidad. Estos paquetes nos muestran una poderosa interfase que se superpone a la codificación de la materia que crea este universo, creando un patrón sobre el patrón, construyendo una super-realidad, la que sucede en nuestra mente. Dentro de ella, la codificación que crea este universo se vuelve a codificar en estos paquetes que interactúan constantemente, cambiando y envejeciendo, desapareciendo. Creando un universo dentro de otro. Nuestra, mente, nuestros sueños, son una realidad dentro de la que nos contiene, que a su vez está contenida dentro de otra y que compone lo que llamamos materia oscura.

https://es.wikipedia.org/wiki/Materia_oscura