viernes, 15 de marzo de 2013
El delgado océano bajo el que vivimos.
La capa atmosférica que nos protege del vacío del espacio, es un océano de gas de aproximadamente 100 km de espesor, cuya capa mas baja y delgada -10 kilómetros SNdMar- es el espacio exclusivo para la vida de seres avanzados: grandes masas corporales alimentando y alimentándose unas a otras en bello y colorido despliegue. Complejos seres que pesan desde los modestos gramos de las sanguijuelas, hasta las miles de toneladas de los arboles de 100 metros de alto que habitan las montañas de California. Vida en abundancia en el fondo de ese océano de gas. Comida que come y es comida, en interminable ciclo.
Ahí, nosotros: los humanos, construimos nuestras pequeñas torres (altura máxima del edificio más alto del mundo en marzo de 2013: El Burj en Dubai, 828 mts.) en los centros de nuestras nada pequeñas mega-ciudades. Habitamos por decenas de millones las praderas, las llanuras costeras; los vastos y helados altiplanos. Una delgada capa de aire nos protege, nos cobija y alimenta con su humedad regando los bosque, pastos y azoteas de toda la esfera que cubre, tan finamente como la del jabón atrapa nuestro aliento: formando la bella e iridiscente burbuja que flota entre las manos de nuestros hijos. 10 Kilómetros que sobre la tierra podemos recorrer fácilmente en un par de minutos: montados sobre nuestras muy pulidas carrozas a motor, que sobre ruedas de goma gobiernan el destino de los seres vivos de este planeta. Construyen esas máquinas las prisiones de asfalto que son la ciudades, mientras destruyen el sustento, casa y comida que todos los demás seres vivos de este planeta, incluidos nuestros hermanos mamíferos, los ovíparos; y, en general: todos los habitantes de los cinco reinos de la vida. Alimentadas por el fuego, operadas por nosotros os humanos, como su cerebro y títere en su hambriento y desmedido consumo. Y viceversa: las máquinas sirven a los humanos para tener un mejor modo de vida: más prospero y abundante en comida durante la hambruna; bien alimentados y abundantes en prole para conferir así a la especie humana el dominio absoluto en la primera batalla que afrontamos al despertar: la dominación de las especies mas pesadas que nosotros. Pequeños simios de 65 kilos, nos arropamos para poder cruzar la montaña, resistiendo su frío abrazo para acceder al siguiente valle, vacío de nosotros por aquellos días. Hicimos de ese traje uno cada vez que mejor: lo hicimos más duro, con mas capas; de mejor tela. Descubrimos como recrear la estructura del dosel del aquel maravilloso amáte o de la colorida acacia que nos daba sombra en el día y calor por la noche. Salimos de las cuevas con ropas gruesas y palos con hachas y cuerdas. Descubrimos la rueda y finalmente encerramos al fuego y este nos dio poder motriz: el automotor de vapor, el de gasolina; la turbina de gas. El traje se convirtió en vehículo y este mutó volviéndose ave, o pez y mas aún: en cohete espacial. El fuego es nuestro esclavo mas fiel y servil. Lo hacemos de la madera, del aceite y el gas; de polvos de volcán para que ardan en las almas de nuestros cañones. Lo bajamos desde el Sol, ardió impresionante y mortal en las llanuras del Desierto de Nevada. En Hiroshima y Nagasaki; en las cubetas de concreto gigantes llamadas centrales eléctricas nucleares.
¿Corres 5 kilómetros al día, 2 o 3? ¿Cuanto tiempo tardarías en llegar corriendo hasta la superficie de este océano de gas en cuyo fondo, como caracoles, vivimos? ¿Que tan rápido se lleno del gas que dejaron los millones de litros de aceite que hemos quemado en 200 años de crecimiento industrial sin fin?
Las olas van y vienen, sobre la playa, con el delicado sonido del ritmo incesante. En su discordancia esta la voz del viento tratando decirnos algo; quizá, de advertirnos.
http://www.electricshk.com/shkxtreme/burjdubai/burjdubai4.jpg
http://www.american.com/graphics/2009/Atlantis_Dubai.JPG
http://dubaimap.hipa.ae/index.html
http://www.ameinfo.com/220299.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Reino_(biolog%C3%ADa)#Cinco_reinos