Sobre la verdad.
La verdad, ese monticulo infinito que todos buscamos trepar. Misteriosa, intemporal y refinada en sus haberes. Sus modos son como el tentáculo del octópodo: plagados de múltiples ventosas que se adhieren a la realidad, siempre transformada por el tiempo. Varían su forma para adaptarse a cada resquicio de la roca sumergida, en busca de asidero para seguir adelante. Tan poderosas que levantan, arrojan y destruyen en busca de la continuidad del ser al que pertenecen y dan forma. La verdad, así vista, es un caprichoso ser que manipula el corazón y las mentes humanas como esa bola de estambre que suele jugar el gato sobre la alfombra.
La suponemos lejana y ajena; superior. La sentimos como el concreto cuando es arrojada descaradamente sobre nuestra conciencia, llena de nuestra historia. La vemos avanzar como el tsunami: avasallánte, desgarradora y violenta como el parto. La vida, sabemos, es una verdad ineludible que no acepta cuestionamiéntos ligeros ni prorrogas en segundos o terceros términos. La Verdad, con mayúsculas, deja para los humanos los resquicios de su vastedad escondidos en sus corazones: monstruo diletánte que apacigua nuestra fe.
Cruel y trapacera, la verdad muta de pieles y se convierte en esclava, usada para propósitos de nosotros: humanitos simples, finitos y falibles. La infinita variedad de sentimientos (ira, gula, avaricia, amor; soledad, dicha, pereza, sabiduría, etc, etc.) generada en nuestras poderosas y únicas mentes la mezclan a su antojo y le dan formas irreales, imposibles; maravillosas. Otra veces, usada como antifaz, ennegrece el alma de sus portadores y los lleva a un mundo de encierro y fracaso. Ignorándola, haciéndola de lado como el cazo con agua sucia al final del pasillo, la convertimos en enemigo tenaz que nos persigue como los perros a la rata huidiza. Ocultándola de nuestra realidad, crecerá hasta convertirse en una montaña que terminará derribándose sobre nosotros: alud inevitable que nos aplasta, como hormigas en el jardín. Y ahí adentro, sumergidos en su vasta y -para entonces- irreconocible forma, veremos ahogar la chispa que un día nos impulso a perseguirla, anhelantes y jóvenes, como la mariposa persigue la flor que la alimenta.
Verdaderamente asistimos al macabro espectáculo, que al correrse hoy día el telón que nos lo ocultaba
-aunque la existencia misma del telón nos daba la idea que había algo detrás- revela una escabrosa y maloliente verdad: un mundo roto y el fracaso de una cultura. Abatidos ambos por las verdades de la física y el tiempo.
http://www.abc.es/20120130/internacional/siria-acepta-propuesta-rusa-negociar-oposicion.html
http://feeds.univision.com/feeds/article/2012-01-29/rusia-desafia-al-mundo-y
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http://www.yucatan.com.mx/20120127/nota-27/227225-tuits-de-cavernicolas.htm
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http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/31/actualidad/1328025895_052189.html
