lunes, 8 de abril de 2013


La guerra que nos mató a todos.

En el final del tiempo, dentro del cuarto menguante del Universo, donde la variedad no existe, hay un débil y vago brillo. Una nube, sin color, que todo lo envuelve y sostiene.

Se libró desde el espacio. Los drones capturaron piedras espaciales y las lanzaron contra las mega-ciudades del mundo: no hubo arma atómica ni misil anti-misil que las pudieran detener. Desde la Luna lanzaron el primer ataque que destruyó un mal e inició la guerra donde miles de millones perecieron devastados por la piedra y el poder del átomo, cuya dominación nuestra de el no pudo disuadir a la inteligencia humana de la barbarie y, como en el principio: la guerra se hizo con rocas y palos.

Libramos la guerra por el botín de Marte: un desierto lleno de minerales donde llevaremos las fabricas que llenaran los barcos con tabletas gráficas y celulares. Ansiando y soñando un poder más allá de esta atmósfera enrarecida, lejos de este aire ensuciado por las miles de esas otras maquinas que nos dan las manufacturas que usamos en toda esta, nuestra vida, dentro de aquellas mega-ciudades que fulguran con el brillo de miles de estrellas: al calor de la bombilla y el motor.

Para vivir y colonizar un desierto que si bien es frío y seco, también es nuevo y sobretodo: limpio.



http://www.google.com/hostednews/afp/article/ALeqM5i_8Sy6OnqO4haU-tANx403hnn9Cg?docId=CNG.3d6aa2fab92ba2e3f721bfaaa07c6c03.7c1

http://noticierostelevisa.esmas.com/especiales/580085/china-potencia-economica-parte-2/