jueves, 21 de febrero de 2013
El tambor y la trompeta.
Si hubo guerra atómica, pero no murió ningún soldado. Las cientos de grandisimas bombas que explotaron en el desierto, en Siberia o en los atolones perdidos del vasto océano pacífico, dejaron su huella indeleble en la Tierra y en el Viento. Toneladas de material radioactivo fueron elevadas a la atmósfera superior y derramadas sobre las praderas y los mares, devastando todo; generación tras generación.
Hace medio siglo y un poco mas, hubo unos años que fueron testigos del infierno. Quienes vivieron esas épocas cambiaron para siempre su conciencia y sus cuerpos mutaron para adaptarse a los voraginosos cambios, a los más elevados conocimientos y maravillas descubiertas u observadas con poderosos lentes de aumento. Cambio es lo que da nombre esta Era donde las máquinas dominan al humano y este solo puede pelear contra si mismo, mientras su cuerpo es un mínimo corpúsculo entre miles de millones.
Somos una simple y casi confundible partícula en medio de la nada, una singularidad; una excepción divina que nos hizo lo que ahora somos: Poderosos Animales que dominan un planeta.
http://www.ctbto.org/nuclear-testing
http://www.youtube.com/watch?v=Wty7kXGZpy0
http://www.youtube.com/watch?v=998tSBoa3lo
Mientras los blancos osos mueren de hambre.
http://mexico.cnn.com/opinion/2013/02/21/opinion-no-no-alimenten-a-los-osos-polares-todavia-hay-esperanza