martes, 13 de diciembre de 2011
Maestros y padres fallaron si, pero no fueron ellos quienes jalaron el gatillo. El asesinato de Estado esta prohibido en casi todo el mundo occidental (algunos estados de EUA aún lo hacen dentro de un marco jurídico pleno, matando entre 100 o 200 criminales al año) por considerárselo bárbaro, incivilizado y demás adjetivos similares. Los ayotsiz son banda bien loca y rata y demás, pero no es matándolos como se arregla una crisis añeja. Culpables hay muchos. Soluciones? Al parecer solo hubo una: jalar el gatillo.
Los valores (morales, o otros, p.ej. materiales) son un bien absoluto pero maleable. Transferibles de una generación a otra, mente y materia unidos, rodeandonos; haciendonos lo que somos: humanos, mexicanos; guerrerences, etc, etc. Mientras las generaciones pasan y los usan, también los transforman. Muy lentamente se pueden volver banales, cándidos y relajados valores tolerantes, novedosos. Otras veces, muy rápidamente se endurecen
y se congelan; se vuelven extremos valores que aplastan todo aquello que se mueva afuera y adentro: rígidos como los desfiles militares. Pero hay otra veces, las más raras, en que desaparecen. Se van, nadie los recuerda por completo. Son jirones, destellos apagados que no alcanzan a mostrar su verdadera esencia; cristales sucios de lodo y sangre seca.
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Hablemos, hablemos mucho. Todos vivimos en el terror. Evitemos mas dolor aún. Digamos basta, digamos "pidos" como cuando niños. Hablemos de nuestro miedo y rabia: Del que nos mataron, o del que vimos morir; del que vimos llorar. Digamoslo y gritemoslo alto para que todos lo escuchen. Que sepan quienes son los que honran a los que cayeron; los que lavaron sus pies muertos. Que nos oigan todos (los vivos y los muertos) hasta en la más profunda caverna y el más lejano páramo, aunque estén despedazados; podridos; huesos blanqueándose al sol.
Contemosle al mundo, a nosotros mismos, la historia.