miércoles, 30 de noviembre de 2016

El mundo viejo

La Tierra. Un planeta cansado de parir su mejor hijo se agota y desea un descanso. Sus prodigios la han consumido en su vasta e infinita belleza, cortado y comido cada fruto, cada regalo de este paraíso para que pudiéramos hacer a nuestro antojo y entender el universo. Henos aquí listos para partir a un Nuevo mundo, uno virgen, con arenas infinitas y apenas una pizca de aire irrespirable: habremos de construir todo lo que aquí tenemos, para no añorarles, para no extrañar tanto la tierra que ya no nos vera crecer. Y haremos los cuartos, las salas y salones, las bodegas de techos infinitos donde viviremos así, como aquí, adentro de las prodigiosas y magníficas ciudades que aquí tenemos: fruto de miles de años de perfeccionamiento. Iremos en nuestros cohetes llevándonos, llevando las máquinas dron que harán ciudades dron que nos mantendrán seguros en ese ambien hostil pero bello, infinito como el horizonte. El segundo (pero primero después de este) planeta que la humanidad habite, uno hecho completamente a nuestro antojo. Un cajón de arena donde surgirán las torres desde donde colgarán los globos donde cabalgarán las más bellas y altas ventanas, en un planeta en el que pesaremos sesenta por ciento menos. ¿Cómo serán sus nietos? Se que no los veré. 

Solo espero que lean mis letras mientras exploran los sitio web -si es que aún se llaman así- heredados de épocas pasada. Una conexión con un lugar lejano al que se ustedes pueden viajar atravesando el espacio y que suele brillar al atardecer, junto con Venus, justo adelante de ustedes: la cuarta roca después del Sol. No se quienes son ni cómo se llaman a sí mismos. No sé si de verdad existen. Están en el futuro, uno que debemos decidir construirlo ya para que todos los que hoy vivimos y nuestros hijos podamos seguir haciéndolo, allá lejos. Una etapa de alto progreso donde abandonemos parte de nuestra humanidad -el planeta- y tengamos hijos allá, cobijados por máquinas gigantescas cuya inteligencia artificial sea como la de una célula, una amiba gigantesca que se pega a la piel de roca de los planetas hecha por nosotros, para protegernos en su interior, hecho para nosotros. Un sistema vivo que nos contiene dentro de los ingredientes terrestres: agua potable, aire fresco, protección contra la radiación, comida, casa, trabajo y entretenimiento.

No lo imagino. No imagino su forma ni su tamaño. Traspolare lo que hoy tenemos para darme una breve idea. Seguramente deben existir ahí algunos restos de lo que a continuación presentaré. Tenemos el concreto, roca liquida que levanta domos y Torres gigantescas, construye túneles kilométricos bajo la tierra o a través de las montañas. Tenemos el poder del átomo: Energía en vastas cantidades y poco espacio, cientos de las están encendidas hoy mismo, alimentando con electricidad nuestras poderosas luces que iluminan el cielo de nuestro lado oscuro, ese que quizá ustedes vean en sus noches cristalinas, cuando la tormenta de polvo global no oscurece sus días. Tenemos la codificación electrónica y la mecánica inteligente, sistemas que han mimetizado la biología, pero hechas de metales, plásticos y cristal que lo mismo comunican a la humanidad -por cable o por ondas de radio-, operan sistemas de soporte vital como granjas, purificación de aire y agua o controlan la produccion y distribución de la energía, también operan vehículos autónomos terrestres, aéreos o acuáticos que sirven para movernos mucho sobre este planeta en cuestión de horas. Tenemos mucho pero queremos más, para ustedes, allá en el futuro, sobre las tierras de ese planeta que hoy aquí (y espero que también allá, mañana) se llama Marte.

http://www.ucf.edu/pegasus/mars/
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Burj_Khalifa 
https://hipertextual.com/2015/11/agricultura-robot
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Energ%C3%ADa_nuclear
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Marte_(planeta)